domingo, 22 de febrero de 2015

MI QUERIDO BAMBÚ

En un pueblito de China había un bellísimo y hermoso jardín. Se encontraba al oeste del pueblo, en medio del gran reino. El señor del jardín tenía la costumbre de dar un paseo por el jardín todo los días, cuándo el calor del día arreciaba más.
Había en este jardín un árbol de caña de bambú  de aspecto noble. Era el árbol más bello de todo el jardín; el señor le tenía especial cariño al bambú, le quería  más que a los otros árboles. Año tras año iba creciendo y se hacia cada vez más hermoso y bello. El bambú sabía muy bien que el señor lo amaba y eso le llenaba de gozo.
Un buen día, el señor, muy preocupado, se acercó a su querido árbol, y el árbol con gran reverencia, se inclino.
Entonces le dice el señor."Querido bambú, te necesito". Le pareció al bambú que había llegado el día de los días, el día para el que había nacido. Con gran alegría, pero con voz silenciosa, el bambú le respondió: "Oh señor, estoy preparado. Haz conmigo lo que quieras".
Bmbú", dijo el señor en tono serio, " para hacer uso de ti tengo que talarte"
-- El bambú se asusto, se asusto muchísimo ;"¿talarme a mi?, pero...¡si has sido tú quien ha querido que yo fuese el árbol más bello de tu jardín!"¡No, por favor, no!, haz uso de mí para tu satisfacción, señor pero por favor no me cortes".
"Mi querido bambú", dijo el señor, con voz todavía mas seria, "si no te corto, no podré hacer uso de ti".
En ese instante, se produjo en el jardín un gran silencio. El viento dejó de soplar, los pájaros dejaron de cantar. Lentamente, muy lentamente, el bambú inclino todavía más su maravillosa cabeza. Después susurró: " Señor, si no puedes hacer uso de mí sin talarme, haz de mí lo que quieras; tálame"
"Mi querido bambú,-dijo de nuevo el señor-, no solo debo talarte, sino que además tengo que cortarte también las hojas y las ramas". "Oh señor,-dijo el bambú-, no me hagas eso: Déjame, al menos, mis hojas y mis ramas".
"Si no puedo cortarte, tampoco podré hacer uso de ti “Entonces el sol se escondió y los pájaros, angustiados, volaron hacia otro lugar.

El bambú, temblando, dijo con voz apenas perceptible:"Señor, córtalo".
“Mi querido bambú, tengo que hacerte todavía más. Tengo que partirte en dos y sacarte el corazón. Si no puedo hacerte esto, no podré hacer uso de ti".
El bambú se quedó sin habla y se inclinó en la tierra

Fue entonces el señor del jardín y taló el bambú, le cortó las ramas, le quitó las hojas, lo partió en dos y le sacó el corazón. Después llevó el b
ambú a una fuente de agua cristalina cerca de sus áridos campos. Una vez allí, el señor puso delicadamente su querido bambú en la tierra; una parte del tronco la empalmó a la fuente y las otras las ordenó  y las puso  en dirección  a los áridos  campos. 

La fuente manaba agua pura, el agua llegaba a los campos áridos y los regaba. Planto arroz, pasaron días y la semilla creció y llegó el tiempo de la cosecha. La cosecha fue abundante y la gente pudo tener qué comer. Fue así como el maravilloso bambú, en su pobreza y humildad, resultó ser la gran bendición para aquella tierra. Cuando era grande, bello y hermoso, vivía y crecía solo para él y disfrutaba solo él de su propia belleza. Por el contrarío, en su nuevo estado de "mutilado", se había convertido en un canal que el señor necesitaba para hacer fecundo su reino.

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