jueves, 25 de diciembre de 2014

Testimonio de la Señora Graciela.

Gracias hermanitas.
Es difícil expresarles de cómo me siento ahora. llegué a esta casa sin saber qué tipo de ayuda iba a recibir, llegue muy mal solo con recuerdos que retumbaban mi cabeza, de insultos, golpes, desprecios, humillaciones, empujones  que me hacía sentir muy mal, que no servía para nada,  porque eso es lo que mi esposo me fue haciendo creer. Pero desde el primer día que llegue aquí me recibieron con mucho cariño, me sentí segura, nadie venia a gritarme, a tratarme mal, ni golpearme ni a mis hija. Gracias a mis compañeras y niños con las que compartimos fiestas, lloramos juntas compartiendo nuestra desgracia, pero también aprendimos a reír no solo a llorar, aprendimos que el mundo también tiene cosas muy lindas por lo que debemos estar agradecidas a Dios.
            Tenía mucha desconfianza hasta de mi misma, porque tantas veces hasta con policía me había regresado, siempre accedía con la esperanza que cambiara, y por mis hijas. Cuando llegue a esta casa me dijeron que lo primero que debía hacer es cortar comunicación con mi agresor para que me sanara las heridas del alma, me dijo la hermana que solo Dios puede transformar nuestra vida, y que debía entregarme a Dios para que me haga ver su plan desde ahora, porque para mí todo era empezar de cero,  y que para esto debía perdonar, me explicó muy bien que perdonar no significa que yo vuelva a lo mismo, pero esto me fue tan difícil porque tenía una hija que no quiso venir conmigo, por escuchar a mi hija tenía que escuchar a él primero, me gritaba, amenazaba, decía que si yo no vuelvo él se va a matar, me hacía sentir culpable de todos los problemas, le decía a mi hija que yo me fui con otro hombre, que los vecinos decía de mí, que soy mala madre, por haber dejado mi esposo y una de mis  hijas, pero nadie sabe el infierno que yo viví en mi propio hogar. Una se enamora, se casa con ilusión de tener un hogar donde reina el amor, pero en mi caso fue meterme a un infierno, a un mundo de sometimiento hasta para tener relaciones intimas, yo era su propiedad, tenía que hacer lo que él quiere, nadie respetaba mi dignidad de mujer, no tenía derecho a nada. Pero tenía que trabajar para mantener mis hijas porque él solo gastaba su dinero en tomar con amigos. Por esta razón aun viviendo con él le saque la pensión de mis hijas, para tener algo para dar de comer a él mismo.
Después que llegue a esta casa,  por no cortar comunicación con él casi me vuelvo loca, me encontraba como en una neblina de sentimientos encontrados, de culpabilidad, hasta que la hermana nuevamente me puso como quien dice en vereda, me dijo, si quería a mis hijas lo primero que tenía que estar bien era yo misma, no podría recuperar a mis hijas si yo sigo como una mujer sin rumbo, te harán ver que estás loca, porque eso es lo que estaban logrando  en mí, hasta me salió reacciones alérgicas en mi rostro y todo por esta tensión que me sometía emocionalmente mi esposo,  por el celular. Decidí obedecer a las hermanitas aunque me cueste, es así como empecé mi recuperación. Después de un largo tiempo de recuperación ahora voy sintiendo casi como una pesadilla que fue una parte de mi historia.
Ahora me siento segura de mi misma, ya no voy a permitir que nadie me falte el respeto, estoy decidida a no volver nunca más con él, ahora me siento libre y es lo más hermoso que uno puede decir soy libre, no puedo expresar todo el agradecimiento  que siento por esta casa que me cobijó, me siento capaz de trabajar y sacar adelante a mis hijas aunque él no soporta verme bien. Todo esto lo he logrado también gracias a los profesionales voluntarios que nos brindan su apoyo en esta casa.  
He descubierto que sí es posible vivir un mundo diferente a lo que viví por muchos años, es posible vivir y construir un mundo de paz y armonía, las mujeres tenemos capacidades insospechadas que no la sabemos ni nosotras mismas por las circunstancias de violencia que vivimos. Dios me ha enseñado a vivir un mundo sin violencia por medio de las personas que me ayudaron en esta casa.
Qué más puedo decir. Muchas gracias hermanitas de la Casa de la Mujer. Que Dios las siga bendiciendo.


Sra. Graciela H. Ll.

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