Jesús
es juzgado por Pilato
COMENTA: FRANCISCANAS MISIONERAS DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN. “CASA DE LA MUJER”
- Te adoramos Cristo y te bendecimos
- Porque con tu santa cruz redimiste al
mundo
Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más
bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente
diciendo: “Inocente soy de la sangre de este justo. Ustedes verán”. Y todo el
pueblo respondió: “¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”. Entonces
les soltó a Barrabás. Y a Jesús, después de azotarle, se lo entregó para que
fuera crucificado.
En esta estación acompañamos a Jesús junto a las
personas y niños que sufren violencia,
son juzgadas injustamente, en la mayoría de los casos por personas más cercanas
en su propio hogar. El abuso y maltrato contra la mujer afecta enormemente la
salud no sólo de ella sino también de sus hijos y personas de su entorno. Por
tanto, existe un riesgo de que la violencia predisponga a la mujer a la mala
salud. Un número cada vez mayor de estudios acerca de la salubridad indica el
aumento de los efectos negativos de la violencia.
Oración
Oración
Pedimos a Dios que nos dé un corazón abierto frente a este
flagelo de violencia que viven a diario muchas familias de nuestro país.
Padre de clemencia, ten misericordia de nuestras familias que
sufren violencia; acógelos, haz que sientan tu protección muchas mujeres que
están siendo amenazadas de muerte por sus propias parejas, otras que han tenido
que huir lejos de sus hogares para salvaguardar su integridad y proteger a sus
hijos. Ten misericordia de todos tus hijos, que no sabemos convivir, principalmente
de aquellos que no son conscientes de sus actos que generan desunión y
destrucción de las familias. A los que les acogemos y a los agentes que
administran justicia llénanos de tu misericordia para darles esperanza y
devolverles el sueño de un hogar lleno de paz y armonía. Haz que todos los
cristianos y la sociedad entera seamos sensibles al flagelo de la violencia y
que nunca nos lavemos las manos desentendiéndonos del sufrimiento ajeno. Amén.
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